Los avances que se han presentado en el sector crediticio colombiano, si bien es cierto que han permitido la inclusión financiera, también han generado vulnerabilidades que afectan la seguridad de las entidades y los clientes.
Gracias a la transformación tecnológica las entidades han podido gestionar el riesgo a través de todo el ciclo de vida del crédito comenzando por la solicitud, la verificación de la autenticidad de los documentos, la evaluación crediticia, la valoración de las garantías y finalmente la aprobación del préstamo.
No obstante, a pesar de las medidas que día a día implementan las entidades, se ha podido identificar que los fraudes más comunes son la falsificación de documentos, la suplantación de identidad, el fraude en garantías, la declaración falsa de ingresos, la manipulación de la información financiera y la falsificación de firmas.
Adicional a lo anterior, también existe la modalidad en la cual personas que están necesitando créditos se ven expuestos a falsos prestamistas que generalmente contactan a sus víctimas a través de medios virtuales como llamadas telefónicas, correos electrónicos y páginas web en los que ofrecen préstamos con la particularidad que piden pagos anticipados por el crédito relacionados con seguros y derechos ante la Superintendencia Financiera lo que es totalmente falso. Los créditos que ofrecen se vuelven atractivos porque tienen tasas de interés bajas en comparación con las reguladas por el mercado.
Teniendo en cuenta que las redes criminales son cada vez más sofisticadas, se hace necesario que las entidades crediticias realicen procesos de auditoría de manera permanente y construyan sistemas y procesos que les permitan minimizar las nuevas modalidades de fraude. Hoy en día el uso de Inteligencia Artificial está ayudando a gestionar el riesgo crediticio.
Por otro lado, los usuarios del sistema financiero también deben tomar medidas que permitan reducir los riesgos como la no divulgación de cuentas o números de tarjetas por teléfono o correos electrónicos, hacer compras por internet a través de portales certificados como PSE, Mercado pago, Pay Pal, Wompi o PayU, no abrir enlaces enviados por mensajes de texto, identificar los correos que pueden ser sospechosos y no hacer transferencias sin previa confirmación de las cuentas bancarias.
Está claro que estás medida ayudan a minimizar el riesgo de fraude, pero no garantizan una protección total para las entidades ni para los usuarios del sector crediticio. La prevención requiere de una vigilancia constante y de la adopción de nuevas tecnologías.