El cierre del año 2025 marca un momento definitivo para el ecosistema financiero nacional. En una coyuntura económica que exige dinamismo, las entidades generadoras de crédito se enfrentan a un imperativo estratégico para el próximo ciclo, aumentar la colocación de crédito sin disminuir riesgos.
Este objetivo requiere trascender los manuales tradicionales. El 2025 ha dejado lecciones claras sobre cómo la eficiencia operativa y la tecnología están redefiniendo la rentabilidad de las carteras. Ya no se trata solo de quién presta el dinero, sino de quién cuenta con la infraestructura de riesgo más inteligente para recuperarlo.
A continuación, analizamos los tres aprendizajes estructurales que definirán la hoja de ruta para el 2026.
1. El servicio de fianza
El primer gran aprendizaje del año es que la agilidad en la originación es el nuevo estándar de competencia. Los modelos operativos rígidos demostraron ser una barrera para el crecimiento.
Aquí es donde el servicio de fianza se ha consolidado como la herramienta clave. Entendida como una garantía crediticia moderna, esta figura ofrecida tanto por un fondo de garantías institucional como por afianzadoras privadas permite trasladar el riesgo de impago a un tercero experto. Para el 2026, la tendencia no es solo pedir una garantía, sino integrarla digitalmente en el proceso de crédito. Esto permite aprobar operaciones en tiempo real, brindando respaldo jurídico inmediato sin sacrificar la velocidad que exige el cliente actual.
2. Inteligencia artificial en la decisión
El comportamiento de pago durante el 2025 evidenció las limitaciones de evaluar a los clientes con un historial estático de su pasado (scores tradicionales). La volatilidad del entorno requiere modelos que vean los comportamientos en tiempo real.
El aprendizaje estratégico es la migración hacia modelos de Inteligencia Artificial y Machine Learning. Estas herramientas permiten procesar datos no convencionales para predecir la voluntad y capacidad de pago futura con mayor precisión. Las entidades pueden identificar nichos de mercado solventes que la banca tradicional desatiende, logrando una expansión de cartera sostenible.
3. La información como activo de riesgo
Mientras que los dos puntos anteriores cubren el respaldo y el análisis, el tercer aprendizaje para 2026 se centra en los datos. El 2025 mostró que el aislamiento de la información financiera incrementa el riesgo de sobreendeudamiento no detectado.
La tendencia hacia el 2026 es el aprovechamiento del ecosistema de Open Finance (Finanzas Abiertas). Las entidades que liderarán el mercado serán aquellas que logren consumir datos transaccionales de otras fuentes para nutrir sus motores de decisión. Esto permite una visión holística del flujo de caja del deudor, reduciendo drásticamente la incertidumbre y permitiendo estructurar cupos de crédito ajustados a la realidad económica del cliente, minimizando así la probabilidad de mora futura.
En un sector que demanda solidez técnica y evolución constante, la experiencia del equipo humano es el diferencial más valioso.
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